Primer acto
(Oficina central de la fábrica de robots universales Rossum. Entrada al fondo, a la derecha. Por las ventanas se ven interminables filas de edificios de la fábrica. Domin está sentado en una silla giratoria ante una gran mesa de despacho sobre la que hay una lámpara eléctrica, un teléfono, un pesacartas, un archivador de correspondencia, etc. De la pared de la izquierda cuelgan grandes mapas de las rutas marítimas y de ferrocarriles, un gran calendario y un reloj que marca las doce menos unos minutos. En la pared de la derecha hay una serie de carteles colocados con chinchetas: «mano de obra barata. robots Rossum.» «robots para el trópico. 150 dólares cada.» «todos debieran comprar su propio robot. ¿quiere usted abaratar su producción? encargue robots ROSSUM»; más mapas, gráficos de transporte de cargas, etc. En una esquina una máquina de cinta magnética indica las tarifas de cambio. Contrastando con los adornos de las paredes, el suelo está cubierto por una magnífica alfombra turca. A la derecha hay una mesa redonda, un sofá, una butaca de cuero y una librería en la que, en lugar de libros, hay botellas de vinos y alcoholes. A la izquierda, la mesa del cajero. Al lado de la mesa de Domin, Sula está escribiendo cartas a máquina.)
DOMIN (Dictando): «Nosotros no aceptamos ninguna responsabilidad por los productos dañados durante el transporte. Cuando el envío fue embarcado, nosotros avisamos a su capitán de que el barco no era apropiado para el transporte de robots. Este asunto debe pasar a la compañía de seguros de ustedes. Por Robots Universales Rossum, atentamente…» ¿Acabado?
SULA: Sí.
DOMIN: Otra carta. «A la Agencia E. B. Hudson, Nueva York. Fecha. Acusamos recibo del encargo de cinco mil robots. Ya que ustedes envían su propio barco, hagan el favor de mandarnos bloques de carbón para R.U.R., que anotaremos como pago de una parte de lo que ustedes nos adeudan. Atentamente…» ¿Acabado?
SULA (Escribiendo la última palabra): Sí.
DOMIN: «Friedrichswerke, Hamburgo. Fecha. Acusamos recibo del encargo de quince mil robots.» (Suena el teléfono interior. Domin lo coge y habla) Dígame, esta es la oficina central…; sí…, sin duda. Ah, sí, como siempre. Sí, naturalmente, envíeles un cable. Bien. (Cuelga el teléfono.) ¿Dónde me había quedado?
SULA: Acusamos recibo del encargo de quince mil R.
DOMIN (Pensativo): Quince mil R. Quince mil R.
MARIUS (Entrando): Señor, hay una señora que quiere…
DOMIN: ¿Quién es?
MARIUS: No sé. Me dio esta tarjeta.
DOMIN (Leyendo): Profesor William Glory, Saint Trydes-wyde’s, Oxbridge. Hágale pasar.
MARIUS (Abriendo la puerta): Por favor, por aquí, señora. (Entra Elena Glory) (Sale Marius)
DOMIN (De pie): ¿En qué puedo servirle?
ELENA: ¿Es usted el señor Domin, el director general?
DOMIN: Yo soy.
ELENA: He venido a verle…
DOMIN: Con una tarjeta del profesor Glory. Es suficiente.
ELENA: El profesor Glory es mi padre. Yo soy Elena Glory.
DOMIN: Señorita Glory, es para nosotros un honor poco corriente… ser… ser…
ELENA: Sí… Muy bien.
DOMIN:…poder dar la bienvenida a la hija del distinguido profesor. Siéntese, por favor. Sula, se puede ir.
(Sale Sula)
DOMIN (Sentándose.): ¿En qué puedo serle útil, señorita Glory?
ELENA: He venido para…
DOMIN: Para dar un vistazo a esta fábrica nuestra en que se fabrica gente. Como todos los visitantes. Bien, no hay inconveniente alguno.
ELENA: Creí que estaba prohibido…
DOMIN: Está prohibido entrar en la fábrica, claro. Pero todo el mundo llega aquí con una carta de presentación y entonces…
R.U.R.
Karel y Joseph Čapek, obra en tres actos y un epílogo